Invertir en fomentar nuevas empresas, futuras empleadoras de capital humano, debe ser una de las prioridades de la administración a corto y medio plazo. Un centro de emprendedores, una incubadora de empresas, un espacio de interacción entre las ideas, la producción y la formación es la mejor base para intentar remontar la situación. Un instrumento para salir del bache. Este edificio se plantea como un faro, como una caja de luz, una luz que no reniega de ningún color. Una luz, una guía, que nos marque el camino para poner en práctica las ideas y las iniciativas. Tosas ellas. Ha de ser un espacio visible para la ciudad, un edificio tecnológico y sostenible, contenido pero vibrante. Un edificio que en su interior se plantean espacios permeables a la luz, con posibilidad de evolucionar, de ser modulados, dando prioridad a la confluencia de talentos, y su interacción. En colaboración con Octavio Mestre, Carlos Maurete y Josep Ribas
