Museu del Bosc


 
 
Aprovechando la topografía y orientación de la parcela, se excavan cinco surcos en el sentido de la pendiente, en ellos crecerá el futuro museo, en ellos crecerán seis paisajes reales. El edificio se conforma en cinco franjas. Estas franjas alternan vacíos y plenos, organizando el edificio en un sistema de patios interiores. El patio cerrado permite aislar el objeto o fenómeno intensificando la experiencia. En el patio de entrada el gran pino recibirá al visitante. Lugar de reunión, protegidos bajo el árbol. ¿Quién dejará de abrazarlo? En este patio una pequeña grada permitirá hacer conferencias al aire libre. Dentro de la exposición, un primer patio contiene el ámbito introductorio seguido de los seis paisajes reales. Este museo tiene piel y se puede tocar,  y es de madera. Como una corteza vacía y permeable a la luz, los listones de madera protegen los paisajes y conforman el cierre del edificio. Una piel que da salida a nuestros bosques, un material que da sentido al museo.  La exposición permanente se prevé en los tres niveles programados. Se disponen unos espacios diáfanos con flexibilidad de recorridos e intercomunicación entre los tres observatorios. En el observatorio de cota 0 unas pantallas a modo de cortinas preservarán las condiciones lumínicas del ámbito de exposición interior respecto del paisajes reales. El observatorio aéreo está pensado como un espacio exterior donde los visitantes pueden contemplar los seis paisajes contextualizados con el gran macizo del Montseny de fondo. Para crear las condiciones ambientales adecuadas, se dispone un techo de cañizo, sistema ancestral que genera sombra y frescura al visitante. En colaboración con David Obon y Josep Ribas.